Hierro y tradición actuán de nexo entre Portugalete y Guetxo
Su buen estado de conservación ha sido determinante para la elección.
lunes 20 de octubre de 2014, 14:42h
20/07/2006.- La Unesco designa Patrimonio de la Humanidad al Puente Colgante de Vizcaya, que une las dos orillas de la ría del Nervión desde hace 113 años.
Dice una canción popular que el "puente de Portugalete es el mejor puente colgante y el más elegante", y la Unesco parece que ha querido ratificar esta bilbainada que los txikiteros vienen tarareando día tras día en la comarca industrial del Gran Bilbao, después de degustar unos vinos en la taberna más próxima. La organización ha designado a esta obra de ingenieria como Patrimonio de la Humanidad, integrándolo así en la lista de 39 monumentos españoles reconocidos internacionalmente.
Construido en 1890 y operativo desde tres años más tarde, hoy es el único trasbordador del siglo XIX que se mantiene en activo. Su creador fue el arquitecto Alberto Palacio, discípulo de Gustave Eiffel, y autor de otras grandes obras de la ingenieria moderna como la estación madrileña de Atocha o los palacios de Velázquez y de Cristal en los jardines del Retiro de la capital. El Puente Colgante de Vizcaya se convierte de este modo en el primer monumento en España de carácter industrial y el único del País Vasco. La distinción y el reconocimiento internacional le llegan como consecuencia de su buen estado de conservación que le permite seguir funcionando 113 años después, para unir las dos orillas de la ría del Nervión y trasladar cada año a seis millones de viajeros y 80.000 vehículos que se trasladan de Guetxo a Portugalete o de Portugalete a Guetxo.
Ideado con la intención de posibilitar el traslado de pasaje y carga, tuvo que hacer frente a varios requisitos fundamentales: debía tener un coste de construcción razonable, estar garantizado contra las inclemencias meteorológicas y sobre todo no obstaculizar el tráfico marítimo, muy activo en el momento de su construcción aunque ahora se haya reducido considerablemente.
Palacio ideó una estructura desprovista de cualquier revestimiento decorativo, que se apoya en dos pilares dobles que elevan los cables de la cabina hasta 61 metros de altura. El hierro, principal material empleado en su fabricación, le ha convertido en todo un símbolo de la industrialización, y del proceso de cambio y desarrollo característico del País Vasco. Icono identificador de Vizcaya, el próximo sábado hay prevista una gran fiesta acuática que tendrá como escenario las aguas de la ría y que incluirá fuegos artificiales y exhibiciones de destacados deportistas naúticos.
Testigo de la historia.- Desde su privilegiada posición, el trasbordador ha contemplado el paso del tiempo con la solemnidad propia de las grandes obras. Innumerables anécdotas y sucesos jalonan su particular historia que estuvo a punto de verse truncada en la madrugada del 17 de junio de 1937. Aquella noche, a dos años y cinco días para que terminará la Guerra Civil, una gran explosión hizo que el travesaño del Puente Colgante de Vizcaya se precipitase a las aguas de la ría.
El mismo paso ha seguido en más de una ocasión la barquilla que permite el paso de viajeros y vehículos. En un principio, sirvió de reflejo de la lucha de clases, puesto que contaba con dos pasajes diferentes: primera clase, con tres hileras de bancos, protegidos del sirimiri por un toldo de lona, y segunda, en la que obreros, niños, mercancías y ganado compartían el habitáculo. Quizás para compensar, las autoridades escucharon las quejas de los vecinos de la margen izquierda sobre la ubicación de los sonoros motores, y por eso acabaron en Portugalete, por aquel entonces, cuna tradicional de la nobleza vasca.