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Cuestión de tamaño

Llevan meses de carrera para ver quién la tiene más hermosa. Me refiero a la solidaridad. Los columnistas han entrado en la puja, y sin sorpresas, pugnan por atribuir el más alto grado de conciencia solidaria a los amigos, y por suspender con notas vergonzosas a los enemigos. No me fío de los juicios adjetivados, ni de los que están basados en simpatías, y ni siquiera de los que han sido comprados por la moneda vulgar de las subvenciones. Prefiero las cifras y las estadísticas, que son frías pero no mienten. Y de lo que dicen concluyo que la mejor forma de crear un buen ambiente solidario es la creación de riqueza. Al fin y al cabo es una verdad de Perogrullo que el emigrante va donde existe el bienestar y huye de la pobreza, y de la primera de aquella que tiene en su país.
Resulta que de todos los inmigrantes que recibe España, Extremadura acoge tan solo un 2%, mientras que Madrid pasa del 15%. Ustedes dirán que claro, la potencia industrial y el mercado de trabajo de la Comunidad madrileña es de una fuerza descomunal comparados con los de la tierra gobernada todavía por Ibarra. Vamos un poco más allá. Entremos en razones secundarias. Una reciente publicación del Centro de Estudios de la Caixa ha cruzado dos tipos de datos: el desarrollo y el grado de intervención de la Administración en la economía. La conclusión es que las regiones más desarrolladas son aquellas que tienen menos regulación, las menos sometidas a la asfixia de la norma y el reglamento, aquellas en las que la libertad de comercio y de actividad industrial se esponja porque el Gobierno se lo permite. Y las menos desarrolladas coinciden punto por punto con las más reguladas. Madrid es la Comunidad que tienen menos intervención y la que crece con una mayor pujanza. Extremadura es la que menos se desarrolla y la que, ¡oh, sorpresa, tiene una mayor actividad legislativa de su Gobierno y de su parlamento.
Buena parte de ese crecimiento de Madrid se debe a la fuerza de la inmigración. Decenas de miles de rumanos pueblan el corredor del Henares, una de las zonas de mayor actividad económica de España. Los administradores comunitarios reclaman más inmigración: hasta 500.000 para sostener los índices de crecimiento. En términos absolutos podemos decir que el País Vasco, Navarra, Baleares, Madrid, Castilla y León y Cataluña, han sido tierras de acogida, algunas desde la segunda industrialización española, la de los años 60. No debemos olvidar que la potencia económica del Norte español se basó en las migraciones interiores, que construyeron la nación más allá de símbolos y de leyendas arcaicas.
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