Joyeros: víctimas

El asesinato de un representante de joyería, a manos de unos atracadores que lo asaltaron a plena luz del día, ha vuelto a sumir en el dolor, el luto y la indignación a un sector que es el castigado con mayor violencia por los delincuentes. Los asaltos a joyerías en Madrid han disminuido estadísticamente, pero no la violencia con que éstos se producen. La labor policial es meritoria pero resulta insuficiente. Los sistemas de seguridad privados son muy costosos y no impiden asaltos en la calle.
El mayor escollo no es el policial, sino el de una legislación que resulta demasiado blanda para los delincuentes. No es la primera vez que los joyeros piden una reforma del Código Penal y de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Lo que vienen solicitando, tan insistente como infructuosamente es, por ejemplo, que se aplique la prisión provisional a los reincidentes, que está demostrado son la mayor parte de los delincuentes que atracan las joyerías.
También solicitan que se estudie con realismo el hecho de que, además de reincidentes, son extranjeros los que cometen el 70% de estos delitos. Pero parece que la Ley de Enjuiciamiento Criminal va a seguir igual, y la propuesta de reforma del Código Penal, junto a aspectos positivos, en algunos casos empeora la situación actual. Ahora al delincuente que no reside legalmente en nuestro país, condenado por penas menores a seis años, no se le permite volver en diez años. Con la reforma se le pueden rebajar hasta tres. Y se deja en manos del juez o tribunal la decisión de conceder o no la suspensión de la ejecución de la pena a los delincuentes habituales.
Sería injusto que la saturación de nuestras cárceles motivase que estén fuera los que deberían estar dentro. Reinserción y reincidencia son conceptos antagónicos. Y hay que castigar a aquellos que trafican con el material robado, ya que de alguna forma colaboran en la comisión de delitos que están presididos por la violencia y el crimen, que un Estado de Derecho debe saber atajar, y que en Madrid presenta síntomas de una mayor virulencia y dramatismo.