La vanguardia de Gehry se descorcha en La Rioja Alta
27/09/2006.- El enoturismo sigue ganando adeptos entre las grandes firmas de la arquitectura internacional. El último en sumarse a la moda de diseñar bodegas o edificios anexos a ellas ha sido el canadiense Frank O. Gehry
lunes 20 de octubre de 2014, 14:42h
El corazón de La Rioja alavesa alberga muchos secretos, entre ellos el que hace madurar el vino de las bodegas de Marqués de Riscal. Desde el 1 de septiembre cuenta con uno más que añadir a esa lista. Las intrincadas reglas que rigen la arquitectura de Frank O. Gehry tienen su sólida representación en el establecimiento que el grupo hotelero Starwood acaba de inaugurar en Elciego, un pueblo de La Rioja que cuenta con medio centenar de bodegas.
El edificio, diseñado por el estadounidense que concibió el Museo Guggenheim de Bilbao, cuenta con una geometría sobrecogedora que alberga en su parte central la centenaria bodega que data de 1858, convenientemente remodelada. El complejo, que se levanta en medio de una vasta extensión de viñedos como una auténtica ciudad del vino, engloba el lujoso hotel de 43 habitaciones, un spa de vinoterapia, dirigido por el grupo francés Caudalie, un exlusivo restaurante, asesorado por Francis Paniego, del Echaurren de Ezcaray, y un centro de reuniones y conferencias para más de cien congresistas.
El conjunto está formado por dos edificios, unidos por una pasarela de acero y cristal. Las diferencias entre ambos son evidentes. El central consta de tres plantas, entresuelo y azotea, comunicadas con la bodega del sótano, a través de un ascensor de cristal. Sin embargo, el anexo cuenta con un aspecto mucho más sobrio y clásico, que enlaza con la vasta tradición que se agolpa a las espaldas de los responsables de Marqués de Riscal, que llevan varias generaciones produciendo uno de los vinos de referencia del país.
Este gigante de titanio, acero y piedra de cien mil metros cuadrados de superficie ha supuesto para los Herederos del Marqués de Riscal una inversión cercana a los 80 millones de euros. Las obras se han prolongado durante tres años y el resultado es un edificio en el que trdición y modernidad caminan juntos con el único objeto de cultivar la cultura del vino en todas sus facetas.
Los tres pilares en línea sobre los que se sustenta el edificio de Gehry arrancan de la sala de las botellas de la nueva bodega, y convierten al edificio en una metáfora de la viña, con sus raices-pilares, su tronco-edificio y sus ramas conformadas por los alerones de la cubierta.
Corona de color.- Los destellos del sol al chocar contra las planchas de titanio coloreadas y torsionadas que configuran su techo ofrecen una variedad de colores que oscilan entre el burdeos propio del vino y el tono violaceo típico del fruto del que se obtiene el preciado caldo. La variedad cromática que se consigue varía en función del punto de vista, de modo que si se mira a la izquierda, la vista es plateada; si se observa el edificio de frente, el ocre es el tono dominante; y si el visitante posa sus ojos en el lado derecho puede contemplar el espectáculo lineal que ofrecen las viñas de la bodega.
Los voladizos y marquesinas coronan un edificio de piedra caliza dispuesta con la peculiar asimetría que ya ha hecho famoso a Gehry. El uso del titanio ha dado muchos quebraderos de cabeza a los constructores, especialmente porque sólo hay un proveedor de este material en todo el mundo, la Nipon Steel Corporation.
A buen seguro que el primer sorprendido por el efecto óptico de la techumbre que corona el moderno edificio sería el propio Guillermo Hurtado de Amézaga, quien en 1860 tuvo la feliz idea de fundar la bodega Marqués de Riscal.