Nos vemos en la final
Lo que más me ha llamado la atención, son los detalles en los que ha hecho hincapié la prensa porteña. Justo cuando Néstor Kirchner se embarcaba en el avión que lo trajo este martes a España, subrayaban que se trataba de una “vista oficial plus” y que el presidente no iba a escaparse el miércoles a Alemania, para el partido de Argentina contra Holanda.
Román Riquelme y sus colegas, ya demostraron frente a Serbia que más que albicelestes son albicelestiales y contemplarlos en vivo y en directo frente a los holandeses, merece la pena, pero Kirchner no está para bromas: “Veremos el partido en España porque
no estamos paseando”.
Néstor Kirchner llegó a trompicones a la presidencia hace tres años, pero desde entonces no ha hecho más que crecer y reforzarse. Y entre las causas no sólo está que la siempre maltrecha economía argentina comience a recuperar aliento. La forma en que ha planteado su tercer viaje a España es todo un ejemplo.
Para explicar que no haya sido una visita de Estado, dicen los diarios del otro lado del Atlántico que eso le ahorra el engorro de no
tener que tragarse una cena oficial “vestido de frac”. También, tener que hablar ante las Cortes. Han querido resaltar que vienen
a hablar de negocios y a discutir a brazo partido con las grandes empresas españolas.
Kirchner tiene 56 años. Nació en la Patagonia. Su padre, descendiente de inmigrantes suizos, era empleado de Correos. Su descendiente de inmigrantes croatas, había nacido en Chile.
Antes de acceder al poder el 25 de mayo de 2003, fue gobernador de la provincia de Santa Cruz. Por paradójico que resulte, coinciden casi todos los expertos en que la falta de carisma del presidente juega a su favor. Sobre todo tras la farandulización de
la política argentina que marco los años 90, cuando Menem lo dominaba todo, incluidas las revistas del corazón.
Kirchner no conduce coches Fórmula 1, no tiene líos domésticos conocidos y no se vende como si fuera un producto de
supermercado.
Va de anti-héroe y eso, en la atribulada Argentina posterior al corralito financiero, que dejó a millones sin ahorros, es un valor.
Uno de los pilares de su carrera política ha sido su esposa, Cristina Fernández, una abogada de muy buen ver, quien ha hecho
una carrera destacada en el Congreso y ejerce ahora de Senadora. Tal como van las cosas, Kirchner tiene bastantes posibilidades de ser reelegido presidente en 2007.
En cualquier caso, le queda mucho por hacer. La economía está creciendo a un 8%, pero las bases de la recuperación no son firmes y el presidente no ha explicado con claridad qué hará para sacar del marasmo generado por la crisis a las empresas de servicios privatizadas.
Donde no hay duda es en el fútbol y como la selección española también marcha bien y soñar no cuesta nada: “¡Che
pibe!... nos vemos en la final”.