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MUSEO DE AUTOMOCION

Oscar Alcaide

El automóvil supuso una auténtica revolución cuando comenzó a popularizarse a principios del siglo XX, tan sólo semejante a la era tecnológica que se ha abierto gracias a los avances de las últimas décadas. Pero fue además, y aún lo sigue siendo, una industria de primer orden que genera una facturación anual de 30.000 millones de euros y más de cien mil puestos de trabajo, tanto directos como indirectos, sólo en la Comunidad de Madrid.

Uno de los nombres propios más destacados en nuestro país relacionados con este sector es, sin lugar a dudas, el de Eduardo Barreiros. Este industrial, llegado de la pequeña aldea de Gundías en Orense, supo abrirse camino en el Madrid de los años 50 y se labró un porvenir para sí mismo y para toda su familia. Su hija, Mariluz Barreiros, presidenta de la fundación que lleva el nombre de su padre desde que se creó en 1998, está empeñada en preservar su memoria y cuenta con una suculenta colección que permite recorrer la historia del automóvil. Con lo que no contaba hasta ahora era con un lugar en el que exponerla, pero dentro de dos años verá su sueño completamente realizado gracias al Museo de Automoción que se va a ubicar en Torrejón de la Calzada, no muy lejos del lugar en el que su padre montó su primera fábrica de coches diésel.

Reciclaje y casualidad.- Puede que haya sido la casualidad la que ha hecho coincidir la presentación del futuro Museo de la Automoción con la sexta edición del Salón Internacional del Automóvil que se celebra estos días en Madrid. Lo que escapa por completo de los designios del azar es el diseño del edificio. Elaborado por los arquitectos Emilio Mansilla y Luis Moreno Tuñón, el edificio ocupará una superficie de 31.600 metros cuadrados, distribuídos en cuatro plantas y tendrá forma cilíndrica. El primer nivel, una amplia zona de acceso equipada con restaurantes y tiendas, contará con un auditorio de 500 metros cuadrados con capacidad para 400 personas. La zona de exposición, ya en el primer piso, tendrá cinco mil metros cuadrados y será el cofre en el que se exhiban los coches, tractores y otras piezas de la Fundación Barreiros, a las que se irán sumando nuevas colecciones. Las dos plantas superiores albergarán exposiciones temporales y otras salas de convenciones.
El centro será construido por Luis Miguel Rodríguez, presidente de la empresa “La Torre Centro Autorizado de Tratamiento (CAT)”, un parque de desguace de vehículos frente al que se ubicará el museo. Esta circunstancia fue la excusa perfecta para que Mansilla y Tuñón llevasen a la práctica su propósito de combinar la evocación del recuerdo con una clara apuesta a favor del reciclaje. De ahí surgió la idea de concebir una fachada cuya originalidad reside en que estará recubierta de restos de coches, a los que se les habrá despojado del motor y del resto de piezas recuperables, dejándolos prácticamente en la carrocería, que una vez limpiada y aplastada, se convertirá en parte integrante de la envolvente exterior del edificio.

La hora del reconocimiento.- En apenas dos años, el nombre de Eduardo Barreiros, contará con un homenaje merecido en forma de museo. Aquel industrial orensano, que comenzó a desarrollar su carrera en un pequeño taller, transformando motores de gasolina a diesel, tendrá su espacio en Madrid, el lugar que le vio florecer como empresario. Sin embargo, el reconocimiento le llegó mucho antes. Allá por 1963, casi diez años después de que instalase su fábrica en el madrileño barrio de Villaverde en la que construir motores Diesel con tecnología propia, recibió la llamada de la americana Chrysler, que acabaría absorbiendo la empresa.
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