Villa y corte/Alberto Delgado
Madrid, sede internacional
Que Madrid se conozca cada vez más en todo el mundo es uno de los objetivos de la Alcaldía de la capital, consciente de que ese conocimiento es un factor de indudable importancia en el progreso y desarrollo de la ciudad y de la Comunidad entera. Aunque los mayores esfuerzos se concentran en la candidatura a los Juegos Olímpicos de 2012, no se descartan otro tipo de actuaciones que sirvan para aumentar el prestigio internacional de la capital.
Madrid es, desde 1976, sede de un organismo internacional: la Organización Mundial del Turismo. Y puede tener una segunda si consigue que la Organización Internacional del Café (OIC) traslade su sede desde Londres a la capital de España. La OIC se queja del elevado precio del alquiler en su edificio londinense, y parece ser que nuestro Ayuntamiento está dispuesto a proporcionarle un residencia bien situada y en mejores condiciones económicas. Por el momento, no pasa de ser una oferta, ya que el contrato de alquiler de la OIC en Londres no finaliza hasta marzo de 2006, y en la decisión de cambiar de sede jugarán otras consideraciones de carácter político y económico. Pero la actitud del alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, es elogiable en su deseo de convertir a Madrid en una capital receptora de grandes organismos internacionales.
Hay una cuestión mucho más urgente, el problema más grave con el que se enfrenta Madrid en la actualidad: la integración de una oleada de inmigrantes, muchos de ellos incontrolados, que plantea numerosas necesidades en sanidad, vivienda, educación y seguridad, cuya solución rebasa las posibilidades del Ayuntamiento, y de la Comunidad, para entrar de lleno en las responsabilidades del Gobierno de la nación.
Si no se ponen los medios para encauzar el creciente número de inmigrantes de Centroeuropa, de Hispanoamérica, de Asia y del otro lado del Estrecho, Madrid se convertirá en una ciudad caótica, insegura, difícilmente gobernable. Obviar este problema, o tratar e resolverlo con buenas palabras, o con concesiones a la galería, sería cerrar los ojos a una realidad que hay que afrontar, entre otras cosas, con realismo.