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Alvaro Siza aterriza en Brasil con una (casi) escultura

lunes 20 de octubre de 2014, 14:42h
25/06/2008.- Porto Alegre inaugura la nueva sede de la Fundación Ibêre Camargo, en la que el portugués superpone varias salas de exposiciones y las abraza con un juego de rampas de realizadas con cemento blanco.
Arte por fuera y arte por dentro. Los museos han pasado de meros continentes a primorosas cajas, en las que el exterior rivaliza con las obras que expone en sus entrañas. La tendencia no es nueva, como demuestran los Guggenheim que se levantan por todo el globo. El último en unirse a este club es el edificio que acoge la Fundación Ibêre Camargo, en la localidad brasileña de Porto Alegre.

La sede, diseñada por el reputado arquitecto Álvaro Siza, se inauguró oficialmente a finales de mayo, en un acto multitudinario al que acudieron 2.500 invitados. "Inauguramos una nueva era en los equipamientos culturales del país", afirmó tajante el ministro brasileño de Cultura, Gilberto Gil. Las palabras del responsable ministerial quizá suenen exageradas en un país que se enorgullece de tener algunas de las obras arquitectónicas más importantes del siglo XX. Sin embargo, méritos no le faltan al primer edificio que Álvaro Siza firma en Brasil.

El rutilante premio Pritzker define la nueva sede de la Ibêre Carmargo como "casi una escultura". La plasticidad que logra Siza con el uso de cemento blanco hace que el conjunto se haya convertido ya en un icono de Porto Alegre. El conjunto, que ha supuesto una inversión cercana a los 40 millones de reales (1,6 millones de euros), tiene claras influencias del brasileño Óscar Niemeyer.

Siza ha cuidado hasta los detalles más pequeños de la obra. De hecho el diseño y producción del mobiliario también corren a cargo del arquitecto portugués. "Aunque cada detalle sea importante, siempre impera el conjunto. El equilibrio es calidad primordial en la arquitectura", declara el autor, que recibió por este proyecto el León de Oro en la Bienal de Venecia de 2002.

El edificio de Siza distribuye en tres pisos nueve salas en las que se exponen cientos de pinturas, dibujos, guaches (obras realizadas por una técnica parecida a la témpora) y grabados de Ibêre Camargo, uno de los artistas más respetados del siglo XX en Brasil.

Frente a los espacios expositivos en altura, así dispuestos por lo estrecho del solar, la planta a ras de suelo y las subterráneas están marcadas por su carácter de servicio. Así, el subsuelo del edificio acogerá salas para cursos y talleres. También habrá un local de proyecciones con capacidad para 95 personas. La planta de servicios se completará con espacio para aparcamiento, una biblioteca especializada, un banco de datos y hemeroteca. Todas estas dotaciones darán servicio a los estudiosos que visiten el centro de investigación y información sobre el artista.

El apartado del respecto medioambiental se justifica con unos servicios un tanto escasos para los estándares actuales. Así, el proyecto exhibe la regeneración vegetal del terraplén que encierra al edificio contra el río Guaíba. Las zonas verdes serán regadas con el agua de lluvia y el alcantarillado, procesada en una planta de tratamiento. Otro de los logros que resaltan los responsables de la nueva sede de la fundación es el control de la temperatura interior del edificio mediante un sistema que aprovechará la tarifa nocturna para crear hielo con el que mantener refrigerado el ambiente durante el día.
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