¡Ya sabes cómo es la presidenta!
Las decisiones de privatizar Telemadrid y el Canal de Isabel II son dos conejos que la predisgitadora Esperanza Aguirre se ha sacado de la manga para recuperar la iniciativa que había perdido tras el varapalo que sufrió de manos de Mariano Rajoy y de Alberto Ruiz-Gallardón en el Congreso nacional del PP del mes de junio. Quienes pensaron que se rendía se equivocaban y buena prueba de ello es lo que se ha armado con estas dos bombas de relojería.Los primeros sorprendidos siempre por las propuestas de Esperanza Aguirre son sus propios consejeros y diputados que cuando les preguntas de donde han salido esas ideas -como cuando decidió que a partir de ahora no se podía construir viviendas de más de cuatro alturas-, te dicen siempre lo mismo: “¡Ya sabes cómo es la presidenta!”Lo que más le ha molestado a Alberto Ruiz-Gallardón es que los dos proyectos los intentó llevar a cabo él mismo cuando era presidente de la Comunidad y le salieron mal. En un debate de la región en 1999 anunció que iba a privatizar la televisión pública madrileña y no pudo llevarlo a cabo porque no encontró compradores claros.Dos años más tarde, y de acuerdo con el entonces flamante presidente valenciano, Eduardo Zaplana, y con el apoyo de empresarios como Florentino Pérez y Fernando Fernández Tapias, diseñaron un plan para fusionar Aguas de Valencia, en manos del capital privado, con el Canal de Isabel II, y así “plantar cara” a la empresa privada de Aguas de Barcelona, Agbar, en manos de La Caixa. Tampoco hubo bemoles para llevarlo a cabo y de eso sabe mucho uno de los actuales asesores de la presidenta, Luis Eduardo Cortés que entonces era consejero de Obras Públicas, Urbasnismo y Transportes.De todas maneras, en esta ocasión, Aguirre se ha puesto el listón demasiado alto porque una cosa es ceder la gestión a empresas privadas en Sanidad o en la recogida de basuras (la decisión de promover los colegios privados concertados fue de Felipe González, Maravall y Javier Solana), y otra muy diferente vender toda una televisión o sacar al mercado las acciones del agua, y mucho más en los tiempos que corren.Cuando todo el mundo, incluidos el Gobierno de Bush que tanto admira o el presidente de la patronal española, Gerardo Díaz-Ferrán, un colaborador importante, reniegan ahora del liberalismo más cruel que antes defendían a capa y espada, Esperanza Aguirre se ha lanzado a una cruzada liberal en la que puede quedarse sola.Bastaría ahora que fracasara un sólo caso de gestión privada de un servicio público para que toda la pirámide liberal que ha montado la presidenta en la Comunidad de Madrid se viniera abajo. Estuvo a punto de ocurrir con la limpieza en el Metro, cuando una huelga de varias semanas, amenazó con inundar de basuras los subterráneos de la capital.Aguirre está jugando con fuego y además sobre un alambre. Si gana su carrera hacia La Moncloa puede ser imparable, siempre que en su partido la acepten -que es donde tiene sus peores enemigos- pero si falla lo más mínimo se le va a acusar del deterioro de unos servicios públicos que nunca han funcionado bien y que siguen manifestando enormes carencias, especialmente en Sanidad y Educación. Ni en Madrid, ni en ningún sitio, se ha conseguido que los enfermos no estén más de un mes en las listas de espera. Por ejemplo.