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El periplo de la "Z"

La “Z” electoral de José Luís Rodríguez Zapatero ha comenzado a rodar a lo largo y ancho de la Comunidad de Madrid. El inquilino de La Moncloa y aspirante a la presidencia del Gobierno en las elecciones de marzo está determinado a hacer bueno el celebre “pico y pala” acuñado por Esperanza Aguirre exigiendo trabajo a sus consejeros, y ha marcado agenda electoral a todas y todos sus ministros en un periplo socialista iniciado por el propio presidente del Gobierno con visitas a Parla en agosto y Leganés en octubre.
En los próximos meses no pocos miembros del Gobierno van a pisar la arena política de los municipios madrileños para explicar los logros del Ejecutivo, teniendo como teloneros a los dirigentes del partido con mando en plaza, escuadrón mermado tras las elecciones municipales, y al actual secretario general del PSM, un Tomás Gómez que se faja con desigual acierto en la defensa de los logros del Ejecutivo socialista.
El engranaje socialista madrileño, pese a chirriar en ciertos momentos y no haber conseguido hacer todavía sombra a los dos pesos pesados del PP, Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón, auténticos buques insignia de los populares, ha comenzado a coger velocidad con apariciones estelares del siempre polémico Mariano Fernández Bermejo en Fuenlabrada o el doblete gubernativo de Getafe con el ministro de Industria, Joan Clos, cuya presencia se redujo a un “paseo” por la factoría de EADS-CASA, y un mitinero Diego López Garrido. Actos todos ellos que hasta ahora no han traspasado la frontera endogámica del propio PSOE, que de momento parece contentarse con movilizar a sus propias bases, convencidos que su triunfo en la plaza madrileña que tanto se les resiste, estriba en vencer la inhibición de sus simpatizantes a ir a las urnas.
De los guiños a ese centro derecha que Tomás Gómez quería conquistar en sus primeras apariciones públicas poco se ha observado en estas iniciales puestas en escena de la campaña electoral, que no en balde el anuncio del líder del PSM de la supresión del Impuesto de Patrimonio, además de soliviantar a gran parte de las filas socialistas, exceptuando a los prebostes de Ferraz, no ha logrado tampoco dañar el acorazado de la liberal presidenta autonómica.
El discurso más exhibido en estos primeros tanteos escenográficos de campaña van por otros derroteros, fundamentalmente sociales y con la Ley de Dependencia como ariete contra el Gobierno de la Comunidad de Madrid, estrategia a la que han logrado sumar a los sindicatos, y con algún que otro capote a la ministra más controvertida y criticada del Ejecutivo, Magdalena Alvarez, y a sus escasas actuaciones en la región.
A los madrileños les quedan largos meses, no por su número sino por lo cansino de los mensajes que les tocará escuchar, en los que se debatirán en un machacón “Zapatero asfixia a Madrid” y una “Z” que se empeñará en demostrar el “amor” de millones de euros que el presidente profesa al territorio madrileño.
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