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Rajoy se da un festival de aplausos

Quería Mariano Rajoy ser nominado candidato a las presidenciales del Gobierno de 2008 y desde el pasado lunes ya lo es. Quería que se acabaran las discusiones, polémicas y rumores sobre su liderazgo y las posibilidades sucesorias si no gana frente a Rodríguez Zapatero y lo ha conseguido durante unas horas. Nadie dentro de su partido quería o pensaba quitarle el primero de los objetivos. Y muchos pensaban y van a seguir pensando en lo segundo.
La reunión en la calle Génova sirvió de mitin interno, de lanzamiento de un mensaje para los propios militantes del PP sobre la necesaria unidad en torno a la figura del líder, y de petición de “cese de hostilidades” por parte de los dirigentes más belicosos.
Sin mencionarlos, los principales destinatarios de este mensaje era, por este orden: Alberto Ruiz Gallardón, Esperanza Aguirre, los equipos de uno y otro, y Manuel Fraga. Que se sepa, las diferencias internas del PP catalán tardarán en cicatrizar tras la renuncia de Joseph Piqué, al igual que entre los populares de Baleares tras la saga – fuga de Jaume Matas.
En la Comunidad valenciana, Francisco Camps se ha alzado con el triunfo claro frente a Eduardo Zaplana hasta el punto de que éste no tiene segura su designación como cabeza de lista por Valencia, puesto que podría recaer en Esteban González Pons, y se resiste en ir por Alicante; en Castilla la Mancha, Dolores de Cospedal ha iniciado su propia y larga marcha hasta las próximas elecciones autonómicas sin rivales internos, al igual que le ocurre al actual presidente de la otra Castilla, Juan Vicente Herrera; y en Galicia, el sucesor de Fraga, Núñez Feijóo, apuesta por el regreso al poder desde la moderación y el centrismo, lejos de la influencia de los antiguos caciques provinciales.
Madrid es otra cosa. Ni Gallardón, ni Aguirre se van a perdonar sus viejos y prolongados enfrentamientos. La presidenta tiene como objetivo casi irrenunciable que su colega y alcalde no vaya en las próximas listas electorales para cerrar el paso a cualquier veleidad sucesoria. Tanto ella como sus fieles creen que de ganar Ruiz Gallardón su “muerte política” sería inevitable dado el nivel de rencor acumulado en los respectivos equipos.
Aguirre acepta voluntariamente el papel de ariete contra Gallardón, que si nadie le ha pedido, muchos otros dirigentes del PP aplauden por lo bajini y hasta se aprovechan de ello. Ella misma ha reconocido públicamente que "meter en vereda" al alcalde de Madrid es tarea imposible, aunque ha puesto todo el empeño en ello -incluidas las zalamerías en público- y le ganó varias importantes batallas a Gallardón y a su fiel escudero Manolo Cobo, como el famoso Congreso de Madrid, donde barrió a los galladistas.
El movimiento de Rajoy de “autoproclamación” es visto más como un deseo de acabar con los rumores y de intentar unir al partido para los próximos seis meses, que como una realidad asumida y compartida por los distintos dirigentes.
La frase “Mariano nos quiere a todos” resume muy bien la idea que tienen sobre el presidente del PP, capaz de escuchar a todos, de llevarse bien con todos, pero sin marcar de verdad diferencias respecto a los apoyos e imágenes electorales que quiere utilizar en la campaña que ya ha empezado.
Una campaña dividida ahora en tres zonas muy visibles: la de su exiguo, pequeño y desdibujado equipo de la sede central madrileña, con Soraya Sáenz de Santamaría y Gabriel Elorriaga al frente; la de sus segundos Eduardo Zaplana y Angel Acebes y la sintonía de éstos con el ex presidente Aznar y con Esperanza Aguirre; y por última la del club de los moderados, con Gallardón, Camps y Feijóo a la cabeza, a los que podrían haberse unido muchos de los seguidores de Rodrigo Rato ( a éste último grupo lo cortejan todos, incluido el propio Rajoy ) que siguen teniendo en Juan Costa y Juan José Güemes sus referencias más inmediatas.
Para el PP la gran carrera hacia las urnas ya ha comenzado. Hay candidato y faltan las listas, las dichosas listas, que es dónde se va a dar de verdad la batalla interna. Va a ser la piedra de toque del candidato oficial. Las dos preguntas que se hacen los dirigentes que el lunes aplaudían a Mariano Rajoy son: ¿Impondrá de verdad Mariano su autoridad y obligará a los líderes autonómicos a colocar a aquellos nombres que él quiere?, y ¿de verdad Rodrigo Rato se ha olvidado de la política, de sus antiguos deseos de ser presidente, y no quiere ir en las listas?
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